Silverio Pérez

Un libro del extraordinario caricaturista Arturo Yépez, Mis 100 mejores, el cual he leído con detenimiento para su presentación en una librería, me ha salvado de la sensación de desamparo que produce la confusa realidad cotidiana del país. Vivir en Puerto Rico, atentos al diario acontecer político y social es como subirse en una montaña rusa de esas que abundan en los parques de diversiones extremas.

Del decepcionante papelón del secretario de Recursos Naturales y Ambientales, Rafael Machargo, con relación a la construcción de una piscina en la zona marítimo-terrestre en Rincón, subimos en empinada cuesta al tope de la emoción para celebrar el récord olímpico de Jasmine Camacho-Quinn. Luego, caemos en picada ante el absurdo de que una isla, rodeada de agua por todas partes como nos enseñaron en la escuela, haya cedido el control de la carga que entra al país a un monopolio, y por lo tanto, un tranque entre empresa y unión nos pone al borde de la escasez; pero arrepechamos de nuevo para celebrar el oro olímpico en los 100 metros con vallas, femenino, para de inmediato experimentar una caída libre al vacío ante unos nuevos comentarios inapropiados de la extenista y medallista olímpica Gigi Fernández. Y así podríamos seguir enumerando instancias en las que nos sentimos en un constante riesgo, con la gravedad, en todo el sentido de la palabra, como protagonista. Pero también vivimos momentos maravillosos en que ponemos en pausa las divisiones tribales y celebramos como un solo pueblo.

al gobernador Pedro Pierluisi, que desde que juramentó como gobernador ha decidido enmudecer y tener manos afuera ante todo lo que acontece. ¡Claro! Es una caricatura, dice Silverio Pérez.

El libro de Yépez me hizo darle un giro distinto a esa mirada cargada de vértigo con la que observo el país y concluí, para mi sanidad mental, que lo que sucede es que vivimos en un país caricaturizado donde lo real es lo que aparece en las caricaturas de libros como el de Yépez, en los dibujos de Planeta Kike, en los extraordinarios vídeos animados de De la Nada o en los ingeniosos doblajes estilo gammavideos de Juanpi Díaz. ¡Eso es lo real!

Dentro de ese contexto ahora entiendo al gobernador Pedro Pierluisi, que desde que juramentó como gobernador ha decidido enmudecer y tener manos afuera ante todo lo que acontece. ¡Claro! Es una caricatura. Siendo el primer ejecutivo del país, o sea, al que le toca ejecutar, él deja que las cosas pasen. Y cuando ya el caos es evidente, aparece con un tono amenazante, macharranístico, que nadie le cree.

Díganme si no es una caricatura que Ricardo Rosselló sea cabildero de la estadidad. Su nombre será recordado por cada persona a la que toque a su puerta para convencerle de que Puerto Rico, del que él fue el primer gobernador expulsado, merece ser estado de los Estados Unidos.

Solo a un caricaturista de humor cáustico se le ocurría el que un alcalde haya puesto de colateral de un préstamo obras icónicas de su pueblo y, violando las leyes éticas que tantos legisladores evaden, haya nombrado a un hermano suyo en su círculo cercano de poder.

En el libro de Arturo Yépez encontramos innumerables caricaturas que fueron censuradas por diversos medios. Una porque mostraba a una modelo sin ropas deponiendo en unas vistas, otra por el uso de una supuesta mala palabra y otra porque resultaba ser una crítica al contenido noticioso de otro medio. Tonterías. La verdadera caricatura, la compra de autos de lujo por algunos alcaldes de municipios de escasos recursos, el pasito pa’ adelante y pasito pa’ atrás del gobierno en el manejo de la pandemia del COVID, la elección de presidentes en la UPR, el salpafuera en el Departamento de Educación respecto a la apertura presencial, nada de eso es censurable, es, simplemente cotidiano.

Gracias Arturo Yépez, Kike Estrada, Juanpi Díaz, Rangely García y otros muchos, por hacer de la caricatura nuestra verdadera realidad. En este país caricaturizado, la otra realidad, la que sale en los noticiarios y en la prensa, supera la imaginación satírica. ¿Será por eso que hace tiempo que no se sabe de Los Rayos Gamma?


Publicado originalmente en El Nuevo Día